jueves, 26 de agosto de 2010

Producir limpio es negocio

Usar más eficientemente la energía y el agua, mejorar el tratamiento de efluentes, reducir los desperdicios o reutilizarlos, tiene sus beneficios: implica un ahorro económico, menor impacto ambiental y mejor imagen para la empresa. Aquí los programas de asesoramiento y financiación disponibles y algunos casos de pymes que reconvirtieron su producción para hacerla sustentable.


A principios de 2009, el Laboratorio Domínguez, fundado hace 106 años en la ciudad de Buenos Aires, introdujo una serie de mejoras en su equipamiento y sistema de producción de medicamentos. Los cambios estuvieron dirigidos a lograr una producción más limpia. Es decir, reducir los desperdicios, mejorar el tratamiento de desechos y efluentes y trabajar con menos ruido, gracias a la instalación de paneles de insonorización. La inversión fue de alrededor de $ 60.000. El 50% fue cubierto por un subsidio no reembolsable del Gobierno porteño, en el marco del programa “Apoyo a la Competitividad Pyme”.

A fin de obtener este aporte, Laboratorio Domínguez contó con el asesoramiento de Funprecit (www.funprecit.org.ar), una de las entidades patrocinantes de este programa del gobierno porteño. “Al ser una pyme de 80 empleados, no contamos con un departamento especial de desarrollo de proyectos, con lo cual el acompañamiento de Funprecit para redactar la propuesta y llenar formularios fue de muchísima ayuda”, destaca Daniel Singh, gerente General del laboratorio. Los medicamentos que elabora la compañía, para radiología, gastroenterología, ginecología y Acifol (ácido fólico), que es su producto estrella, no generan residuos de alta toxicidad. Sin embargo, como todas las drogas, requieren un tratamiento especial. Gran parte del subsidio estuvo destinado entonces a una cámara de tratamiento de los deshechos. “También se hizo un cambio en el proceso productivo para evitar desperdicios y derrames. Con esto no sólo logramos un ahorro en las materias primas, sino que mejoramos la seguridad de los empleados”,

destaca Singh. Por otra parte, también se hicieron mejoras en los tableros que controlan el sistema de energía, con lo que se logró un uso más eficiente de la misma. “Todo, incluso la reducción del ruido, que es un contaminante importante, se tradujo en mejores condiciones de trabajo y más productividad”, asegura el directivo del laboratorio. Además, a diferencia de otros instrumentos de financiamiento público como el Fondo Tecnológico Argentino (Fontar) o los programas de crédito fiscal, los Aportes No Reembolsables (ANR) del gobierno de la Ciudad se acreditan antes de comenzar el proyecto y evitan así hacer la inversión y esperar el reembolso.

Incentivos “El programa de apoyo a la competitividad pyme tiene tres grandes rubros: Innovación, Diseño y Management; mejoras la calidad (implementar y certificar normas); y producción sustentable (incluye eficiencia energética, producción limpia y seguridad en el trabajo)”, explica Juan José Castro, coordinador del área. “Son temáticas transversales a todas las pymes, ya que cualquiera sea su actividad, desde la industria farmacéutica hasta un taller de lencería o una proveedora de servicios, siempre se puede mejorar en estos aspectos de seguridad e higiene, que redundan en una mayor competitividad”, destaca el funcionario.

El año pasado, se presentaron a este programa 211 pymes porteñas, y resultaron seleccionadas 105. Cada año, desde su implementación en 2003, crece el número de empresas interesadas. Y desde hace tres años, se aplica un sistema de presentación a través de entidades patrocinadoras (universidades, ONGs, cámaras y fundaciones) que, por su contacto asiduo con las empresas, se ocupan de difundir la iniciativa, asesorar a las pymes interesadas en presentar proyectos y realizar el seguimiento en la ejecución de los mismos.

Este año, el monto total de ANR que otorgará el programa es de $ 3,1 millones. Incluye fondos para las empresas y para las entidades patrocinadoras, a quienes se financia para que presten su asesoramiento a las pymes seleccionadas durante un año. Para la edición 2010 del programa, el plazo para presentar los proyectos ante las entidades patrocinadoras es hasta el 7 de octubre, y para cada empresa, el monto a financiar es del 50% del valor del mismo hasta un máximo de $ 60.000.

La Ciudad de Buenos Aires no es el único municipio donde se promueve la producción limpia. Hay experiencias exitosas a lo largo de todo el país. En la provincia de Santa Fe, por caso, se puso en marcha el año pasado un programa de “Producción más limpia” en la cuenca lechera. “Hicimos un plan piloto para 10 pymes lácteas, con el fin de mejorar el sistema de tratamiento de efluentes, reducir el uso de agua e implementar buenas prácticas de manufactura (BPM)”, señala Eduardo Storani, uno de los técnicos del INTI Rafaela, que coordinó el proyecto. La primera etapa del plan consistió en un diagnóstico para detectar los lugares donde se producen pérdidas de agua o de materia prima, mala separación y disposición final de los residuos, entre otros aspectos. El principal residuo de estas industrias es el suero, que se puede aprovechar para elaborar subproductos como yogures y ricota. “A veces se tira por un problema de costos, o porque no se busca un nicho de mercado donde ubicarlo”, dice Storani.

El programa de producción limpia se complementa con una iniciativa en la región de Rafaela para que las compañías intercambien subproductos que pueden ser utilizados por otras empresas (ver recuadro). A partir de esto, el vertido de suero al medioambiente se redujo. Además, se generaron iniciativas para su uso comercial, como el caso de una bebida láctea en base a suero que está produciendo Ilolay.

Limpieza y eficiencia

Grupo Blear es una pyme familiar dedicada a la fabricación de accesorios de moda y merchandising. Fundada en 1985 por el empresario uruguayo Víctor Rosembaum, hoy tiene 50 empleados y una pequeña planta de producción en el barrio de Villa Devoto. El año pasado, decidieron cambiar la máquina compresora para hacer estampado. Invirtieron $ 53.000 en el nuevo equipo y obtuvieron a través de la cámara de la indumentaria un ANR del gobierno de la Ciudad por el 50% de ese valor. Esto redundó en menor ruido, mayor eficiencia en el uso de la energía, y permitió además reordenar el espacio de trabajo. “El ahorro ya se notó en la primera factura de luz que llegó”, señala Carlos Ortellado, encargado de Producción.

“Producir limpio es más caro, por el costo de las tecnologías y las materias primas, pero se logran productos de mayor calidad, hay menos desperdicios y se trabaja mejor, con lo cual la inversión se paga con creces”, destaca Leandro Rosa, gerente Administrativo de Croma, una imprenta del barrio de Barracas. La compañía, una pyme familiar fundada en 1982, tiene dos líneas de negocios: Cromaoffset, para impresión de cuadernos, revistas y folletos; y Cromaflex, en la que hacen la primera etapa del proceso flexográfico para impresión de packaging y etiquetas.

El principal problema en esta actividad, comentan desde la empresa, es el desperdicio de insumos. Por cada tirada de folletos o revistas, se desechan al menos 10 pliegos hasta que la impresión queda óptima. En el caso de las impresiones flexográficas, el desperdicio es aún mayor, con el agravante de que las tintas son tóxicas y requieren un tratamiento especial. A esto se suma que, al ser una empresa instalada en la Capital Federal, no puede enviar a tratar sus desechos a la provincia de Buenos Aires, sino que debe trasladarlos hacia plantas de tratamiento en Córdoba o Santa Fe, con el consiguiente aumento de los costos en logística.

“Nuestra proveedora de insumos, Dupont, es una compañía que se está enfocando fuertemente a la producción limpia, e impulsa a sus clientes a adoptar nuevas tecnologías que van en ese sentido. Lo que hicimos fue acordar con ellos la compra de polímeros y productos químicos nuevos, menos tóxicos y, por otro lado, decidimos cambiar tanto las máquinas impresoras como el software para la impresión, de modo de poder hacer pruebas de color más precisas y minimizar los desperdicios por errores”, señala Rosa. El recambio tecnológico tiene un costo de $ 70.000 y la compañía obtuvo, a través de Bairexport (www.bairexport.com), un ANR por $ 35.000 en el gobierno porteño. “Fue la primera vez que pedimos un subsidio para actualizar nuestra tecnología -confiesa el directivo-. Tuvimos una buena experiencia, tanto, que otras imprentas de la zona están viendo de hacer lo mismo”. 

María Gabriela Ensinck
Fuente: Diario El Cronista

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